Running wild to Madrid
El avión aterrizaba en esos momentos en Madrid, Aeropuerto de Barajas. El viaje había sido largo y tedioso, unas 7 horas. Laia no estaba hecha para volar, ni tampoco su mal humor. Lo había pagado ya con la azafata al no dejarla fumarse un cigarrillo. Conociéndose, no dudó en comprar también el billete del asiento cercano... sin duda era mucho mejor que recibir una denuncia.
-Ahora qué cojones pasa... ¿cuando bajan la puta pasarela? ¡Necesito salir de aquí!- la mente de Saboya se encontraba ya demasiado embozada de escuchar al niño de dos filas por delante llorar durante más de medio trayecto. Ella no amaba a la gente, ni la fiesta: Tan sólo la buena música.
Tras librarse de la aduana y recoger su maleta, se las apañó para que un taxista la llevase a Lavapies. Resultó que el taxista era un andaluz que encontró agradable la expresión torcida de Laia, y relató largo y tendido todas sus borracheras en el Rocío.
-El muy cabrón ha debido hacerlo a propósito...- pensó la mujer una vez bajó del vehículo. Ahora ya estaba a salvo, todo terminaría pronto, en cuanto llegase al interfono y escuchase la voz de su colega Lagunas.
Dicho y hecho, tardo poco en cruzar las calles atestadas de chinos y árabes. Le gustaba el ambiente, allí nadie la miraba de forma extraña por llevar clavos en la cazadora y unos pantalones de cuero llenos de parches de sus grupos favoritos. Era un lugar distinto, hogar de proscritos, territorio de la libertad. Lagunas tenía suficiente dinero como para vivir en el mejor piso franco de Madrid, pero había elegido un gueto en Lavapies. Pulsó el botoncito del timbre.
-¿Elena? Soy Laia.- la puerta del portal se abrió sin comentario alguno, permitiendole subir hasta el apartamento. Empujó la chirriante madera que bloqueaba la entrada al salón, arrastrando ruidosamente la maleta. Le dolían los brazos suficiente como para sólo pensar en aprovechar el mullido sofá de Lagunas un buen rato antes de pensar en nada más. En el trayecto de cerrar la puerta hasta llegar al sofá no se percató de nada especial, cuando una sombra asomó desde el baño.
-Mi perro tarda menos en saludarme que tú ¿dónde coño estás..?- se levantó, acercándose al baño. Asomó la nariz a la oscuridad de la pequeña estancia, con olor a la pintura que decoraba las paredes con multitud de graffitis. Demasiado lenta para girarse, unas manos manchadas de algo rojizo y grumoso la agarraron de los hombros, acompañadas de un lamento. Gritó como en el mejor de sus conciertos, lanzándose al interior del baño para deshacerse de aquello. Lagunas se quitaba en ese momento unas bolsas de encima, que le daban un aspecto cutrerífico. Se descojonaba con sus labios y manos empapados en tomate.
-Joder Laia, ahora das más miedo tú que yo.- se mofó. Laia había tenido poca suerte al caer, abriendo el grifo de la ducha y quedando tirada debajo con un chorro de agua fría transformando su maquillaje en una máscara de halloween. Puede que su cara también ayudase.
-¡Me cago en la puta Lagunas! Eres una zorra. ¿Halloween no era mañana?-se levantó chorreando, cerrando el grifo. Con cara de pocos amigos se secó el rostro ayudada por una toalla que le tendió su amiga.
-Eso en el otro continente. Me alegro de verte, metalera del infierno... aunque un poco pasada por agua- le respondió con un codeo, conduciéndola al salón y acercándole ropa seca.
-Hm... tienes razón, desde que me largué de Bringers of Damnation los reporteros pasan de mí. Ya a nadie le importan mis planes, me estoy deprimiendo...- tomaron asiento en el sofá mientras se ponía una camiseta de Promise of Pain que le prestó Elena.
-No digas chorradas.-encendiéndose una chusta de porro que tomó del cenicero.- Tu proyecto necesita tiempo ¿a qué te dedicas últimamente...?
-Organizar la nueva banda, componer algunas maquetas... a veces también intento volverme una persona más sociable. Pero tanto hijo de puta no me ayuda.-con una mueca de descontento, destapa su petaca de whisky y le da un buen trago.
-No seas víctima Laia. ¿Sabes que la Roge hizo que nos timaran 99.000 € en un local de ensayos de Nueva York?
-Joder... como se las gasta la de la gaita.
-Pues si no te ha pasado algo peor que eso, deja de llorar.
La tarde pasó entre historias, bromas, alcohol y humo de porro. Laia volvía a sentirse en casa por primera vez en muchos meses. Su colega Lagunas despertaba el bienestar de esos años en los que Bringers y Los Coño daban sus primeros conciertos por Madrid y Barcelona. Los recuerdos de Aurelio quedándose con sus groupies, las cañas en el bar junto a Denis y Arcadia siempre enseñando bellezas prohibidas.
WILL BE CONTINUED
Welcome back son of metal! me acercare al piso a veros luego
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